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viernes, 6 de mayo de 2011

APOYO DE FRANCO A LOS INVENTORES ESPAÑOLES

En los primeros años de la década de los 40, una de las grandes preocupaciones de Franco era evitar que ciudadanos de talento emigrasen al extranjero, animados por algún suculento contrato que pudiera llegarles del exterior, cosa que por otro lado era normal dados los años de penuria que se avecinaban, en un país como España que acababa de salir de una devastadora guerra civil. Así, el Jefe del Estado, dictaminó una serie de medidas para tratar de evitar en lo posible lo que se dio en llamar la fuga de cerebros, ya que se consideraba que estas personas darían más prestigio a España permaneciendo en ella que marchándose a vivir al extranjero, personas cuya permanencia en España sería además una especie de reclamo para aquellos extranjeros que quisieran contactar con ellos, que de ese modo tendrían que venir a nuestro país. Así, físicos, matemáticos, ingenieros, médicos, artistas en general y un largo etc. de españoles que destacaban en sus profesiones, recibirían el apoyo y aliento del régimen para permanecer en España, teniendo constancia que algunos de ellos llegaron incluso a recibir alguna carta por parte del ministro de su gremio, alentándoles a quedarse en la España donde por fin empezaba a amanecer, como rezaba una de las estrofas del Cara al Sol



De entre todas esas personas que se trataba de mimar, quizás de las más valoradas también estaban los que se encuadraban dentro del indeterminado colectivo de inventores, los cuales además no tenían porque ser necesariamente personas de muchos estudios, con lo que podría darse el caso de que pasasen un tanto desapercibidos para las autoridades, de modo que se corría el riesgo de que un nuevo invento gestado en nuestro país, en un momento dado, traspasase las fronteras patrias y llegase a oídos de dirigentes extranjeros que podían así robarle a España la paternidad de un nuevo invento, de modo que para paliar este riesgo de fuga, se llegaron a hacer unas tarjetas en las que se exhortaba a apoyar y alentar a aquellos de los que se tuviese conocimiento de que tenían algún invento en preparación. Recientemente, una tarjeta de esas ha llegado a nuestro poder, y en la misma vemos como curiosamente, en la España de la posguerra, aún se lamentaba lo sucedido a Isaac Peral medio siglo antes, y que según se deduce de la lectura de la misma, el fracaso del submarino del inventor cartagenero se afirma que se debió entre otras razones a la falta de aliento, apoyo y colaboración.
DIEGO QUEVEDO CARMONA

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